Epístolas de amores a hombres sin nombre featured

Juanxara

mayo 27, 2020TwoPrincess


Mayo, 2020. 

Querida Fantasy, ¿cómo estás? Espero que bien ahí en Canadá, ya me contaron hija. Son tantos años que no nos vemos, desde esa última noche en el centro de Lima, esa noche loca que fuimos a la casa de Giani, luego a la Cucaracha y finalmente a la Agencia, llevando la camiseta del Real Madrid, para el osito, Rafael. ¿Recuerdas? El venexere que hacía de barman en la discoteca y del cual acabé perdidamente enamorada. ¡Fue tu idea además! Recorrimos dos centros comerciales y varias tiendas preguntando por la bendita camiseta. ¿En qué habrá acabado? Pero nada hija, que noche aquella. ¿Cómo va todo por allá? Sabes algo de las mariconas de siempre, de las amigas de vino y hierba en tu casa de Lince. De la Alvara, de la Yerson, de la Romina del futuro, de la amiga borrachixiri. ¡Ay! Que saudade loca. Extraño todas esas locuras, no paro de reír cuando te recuerdo con tu peluca crespa negra caminando por la avenida Venezuela, saliendo de la casa de Giani, tú ya china, y tú tan conchuda, saludando, mandando besitos a los chicos venexeres que estaban en la puerta de ese salsódromo Kali. Fue una cague de risa, éramos unas locas desatadas, extraño esos años en que no había virus propagándose por el solo estornudo o la tos, o incluso por el propio aire, lo cual nunca se demostró del todo. ¡Qué barbaridad! Esos años fueron los más felices, esos fines de semana, y ahora mana, sin lugar donde ir, confinadas en nuestras casas, porque al parecer ése sólo fue la antesala de otros más mortales. Al menos aún estamos sobreviviendo.

 Chica, quería contarte algo, la historia de ese chico con quien compartí tantos años. En el último año que nos vimos, el 2020, teníamos unos cinco años frecuentándonos, y fue ese mismo año que ya no supe de él. No sé si seguirá vivo, pero he estado pensando en él hace varias noches, y quizás es porque necesito contarte todo lo que sucedió. Me siento como la mujer en Julieta que se sienta a escribir a su hija la larga carta con toda la verdad de su padre. Siempre me encantó esa película, desde su estreno, porque siempre me hizo pensar en cómo podía cambiar el destino de alguien de la noche a la mañana, en llevarte a deshacer planes de vida, a partir de un sólo acontecimiento, qué poder de éste. Claro, no es cualquier asunto, pues, debe ser lo totalmente poderoso para removerte emoción, sentimiento y acción. Es decir, tu propia historia. Bueno así me siento.

 Era el 2015, a ese año tenía el trabajo soñado, el puesto por el cual habría matado, claro, a ese año aún desconocía muchas cosas y en ciertos aspectos era inocente. Suena raro, pero sí, y me costó muy caro aprender. Pero bueno, al punto loca. El trabajo me tenía seca, agobiada, extenuada. Ahora, siempre había tenido cierta afición por contratar a flexeres, algunas amigas no entendían, mientras otras sí, partiendo que es un placer diferente, más allá de las relaciones de poder que anuncian las abolicionistas o simplemente las que no cachan ni dejan cachar. Total, siendo prácticos, cada quien mientras sienta que ejerce sus libertades sin comprometer al otro, pues felices todos. Nunca me hizo sentir mal establecer ni estar dentro de una relación así, ni tampoco me hizo sentir súper poderosa, sino más bien buscaba disfrutarlo y punto. Ahora, cuando termine mi historia te preguntarás quién al final detenta el poder, o más bien como se balancea o se negocia. Me quedo con esa última palabra, negociación sin duda alguna.

Bueno, vi el anuncio de un muchacho, no recuerdo la plataforma en donde vi el enuncio, pero era virtual pues solicité fotos y me las mandó. No estaba mal de cara y de herramienta pues estaba mejor. Ahora, nunca he tenido esa predisposición por los híper guapos o musculosos o súper producidos, (incluso después de la migración venezolana que alteró el medio del comercio sexual dejando a muchos buenos peruchos excluidos por un rato), siempre he tenido una preferencia por los ‘normalitos’, incluso que se alejan del estándar de un flexere convencional, esos que sacan provecho de ser chacutis o muy guapos. Y éste era así, Juan, flaquito (sabes que no es mi gusto), no era feo pero tampoco guapo, normal diría, callado, tímido. Así que me animé y decidí escribirle y concertar encuentro, claro, también acepté la tarifa, la cual no estaba mal por si al final todo resultaba una decepción tremenda.

 Era una noche, recuerdo amiga, decidimos encontrarnos donde la estatua de la virgen de la avenida Brasil. Yo había regresado de la oficina, logré cambiarme y fui a darle el alcance. Nos saludamos, él traía una bolsa con panes, y me ofreció uno, yo acepté encantado y bueno luego de unas palabras partimos a mi casa. La timidez se le fue a la hora de hacer lo suyo, algunas cosas no acepté porque me parecía mucha acrobacia, pero sí me gustó su trato de machito a la vez pasional. Me agradó la idea que además que al terminar aceptó que me ayudase a arreglar la cama, mientras íbamos conversando. Tuve interés en saber de dónde era. Me dijo de Vichayal, a lo cual confundí con Vichayito, “ah sí, cerca de Los Órganos, dicen es linda la playa”. “No, Vichayal, está por el otro lado”. Reconozco loca que primera vez que escuchaba ese lugar, pero me explicó con detalles, haciendo un mapa sobre la sábana de mi cama. Entendí que se podía llegar desde Sullana o desde Talara y que es un pueblo que no tiene salida directa al mar. “Qué pena dije yo, si tuviera iría a conocer, contigo además”. Sólo una vez creo que he tomado esa ruta, intuyendo lo correcto de mi ubicación, desde Sullana hacia Paita, y si recuerdo que pasé por varios pueblitos en lo que me quería bajar y echar un vistazo. Que sea piurano me gustó Fantasy, pero no me agradó que no le guste el mar. Su familia vive del campo, cosechan y crían animales, y él se vino a la capital hace años atrás con su hermano. ¿De qué vive? Pues es personal de limpieza, en ese momento de una entidad pública y para casas particulares.

 No recuerdo el año o el momento en que me enganché a Juan. Recuerdo que de esa primera vez, que me gustó, hubo una segunda vez. Lo disfruté mucho, pero no me importaba nada, era alguien para pasarla bien. Incluso debo confesarte que en su momento él me escribía, me enviaba mensajes con saludos, preguntando, ¿cómo estás? Mientras yo me encontraba en una reunión intentando sacarle más plata al estado. Con la bexere, pero era la consigna de mi trabajo en esa época, no lo puedo negar, ¡chupa sangres! Pero bueno, yo sólo le respondía, “bien, estoy bien, gracias y tú”. Y él respondía que bien, “¿no quieres servicio?” “Pues por ahora no le decía”, u otras veces, “ok, nos vemos esta noche o mañana”. Esa era la rutina, yo algunas veces solicitaba o él otras veces proponía. Una vez hice un experimento, él me escribió saludándome y preguntándome si quería servicio, a lo que le respondí que sí, que por mí lo veía todos los días, pero que no tenía dinero (chanchis), a lo que él dijo, “no importa, te fio”. “Ah, súper, si no te haces problema, prefecto”. Y nos vimos una vez más. Fue una locura dicho experimento, ¿qué intentaba demostrar o demostrarme a mí mismo? ¿Qué él sentía algo por mí? Uhmm, no le puse esas palabras en ese momento, pero podría ser.

Ahora, con él ha habido mucha confianza, resulta que un mecanismo para aliviar el asunto del fleterío ha sido el tema de la limpieza, pues bien, él venía a casa a limpiar, como cualquier persona que hace la limpieza de la casa, pero al final cerrábamos la jornada teniendo sexo, uno súper bueno claro. Y esa ha sido la formula por muchos años. En ese trajín han habido mañanas o tardes que yo estaba pasadazo de tragos o de drogas y él se la pasaba limpiando, yo tirado en la cama, y nunca se ha desaparecido nada. Igual, las veces que se ha quedado a dormir (que sabes ha sido una lucha, porque él lo evita) todo ha transcurrido tranquilo, sin temor que a la mañana siguiente me despierte con el horror de una casa hurtada. Otras veces hasta lo he dejado plantado al pobre Juan, sobre todo cuando empezó a venir los domingos por la mañana a limpiar, y yo me encontraba en alguna fiesta o en la casa de alguna amiga y no llegaba o me olvidaba de la hora acordada. Nunca se molestó. Pero bueno eso habrá sido hasta el tercer año, en que creo era yo quien controlaba todo, pues luego fue otro asunto.

 Los últimos dos años Fantasy, han sido los que más apego he sentido hacia él, sexual o hasta emocional diría. Hemos salido a almorzar, cenar, él me ha acompañado a recorrer el centro de Lima cuando se me dio por estudiar fotografía y tenía que hacer tomas. Él me ha acompañado al Callao, al Rovira para almorzar, pues algunas veces no me gusta ir sola. Puedo hacerlo, pero algunas veces no, me gusta estar acompañada. Se hicieron más frecuentes esas salidas, esas cenas, charlas, y bueno también lo otro, con sus negociaciones de por medio. Aparte de ello, debo confesarte que se me era muy funcional, me sentía muy bien con él. Pues me daba lo que quería sin necesidad de un apego, claro hasta que yo empecé a demandar más. Sí, fui yo quien inició ese asunto, todo cambió. Ya no era él quien se anunciaba con mensajes o insinuaciones, sino yo quien lo solicitaba, quien le escribía y quien quería saber más de él. Saber dónde estaba, con quién y qué estaba haciendo. Me empezó a perturbar la idea que se encontraba con otros, y sabiendo lo que es y hacía, era ilógico, pues así lo había conocido.

Una tarde le pregunté, “¿cómo te iniciaste en esto?”. “Pues un amigo del trabajo me dijo para ir a la plaza San Martín, y ahí comencé”. Dice que siempre ha sido activo, que por nada de lo que le ofrezcan haría de pasivo, yo en cambio le he dicho que si fuese moderno sería más rico, sería completo, que eso no va con él. Y amiga, han sido cinco años de intentos y nada de tener éxito, con las justas se deja algunas caricias, que también he ido negociando, y cuando esta fumado se deja montar pero de juego, porque si no ni eso. Pero no sabes, me gusta cómo se pone cuando lo pongo en esa postura, se ve que lo disfruta, bueno, ¿quién no disfruta más del sexo con un poco de hierba? Por eso, loca pienso que hasta de fumar se cuida, siento que no lo hace mucho por miedo a terminar volteado, si es que ya no lo hizo. Esa idea me atormenta, me aloca pensar que alguien se lo clava, quisiera al menos ser testigo de eso, ver y extasiarme de la sola imagen. Total, no sería el único ni último hombre que se dice ‘activo’ y que termina entregando el culo a otro, claro un ‘otro’ tan o más masculino que él.

 Otra pregunta que en su momento le hice fue, ¿hasta cuándo piensas hacerlo? ¿Has pensado y dejarlo? Y me dijo que a fin de año lo dejaba, pero luego de un año desde esa pregunta, siguió todo igual, pareciera que fuese su pretexto perfecto para saciar su deseo, para hacer pero no reconocer lo que es impronunciable, que el fondo le gustan sólo los hombres. No tiene mujer, ni enamorada que yo sepa, sólo me comentó una vez que estuvo a punto de casarse. La novia vivía en Paita y él iba a visitarla, pero que cerca de la fecha del matrimonio descubrió que estaba con otro, así que rompió el compromiso, luego de eso no le he sabido de mujeres, aunque me dice que tiene sexo por igual, con hombres y mujeres. Aunque al momento de los tríos se nota por sus erecciones que su deseo va por los patas, esa pasión, esa forma de besarse conmigo y con otros, esa forma de coger, ese placer en general me confirma que es un perfecto hombre que siente deseo por otro. ¡Ay Fantasy! He conocido mostaceros en diferentes lugares y esos te tiran y todo, sean con alcohol o no, pero una vez que la dan se acaba todo o parte, y si te desapareces de su entorno por un tiempito mejor para ellos, para que la culpa no les eche por la cara ese placer oculto, claro hasta una siguiente oportunidad; hay otros más conchudos claro, pero es diferente, tienen a la mujer y a la cabra en muchos casos. En este caso, Juan me ha sido siempre extraño, siento que es un hombre homosexual, nunca se lo dije, y siempre evitaba eso. Por ejemplo cuando le preguntaba, ¿algún día piensas en enamorarte, tener una pareja? Y me decía que no, que solo estaba bien, y que no quería complicarse, incluso que no le interesaba vivir con alguien, que le gusta vivir solo y estar solo, y que además nunca se ha había enamorado de alguien.

 Ves, siempre ha sido una encrucijada este Juan, siempre esquivo, siempre hermético, siempre cerrado, cuando incluso le he dicho un “te quiero huevon”, éste no respondía, pasando con el tiempo a decir, “sí, te quiero, como amigo”. Nunca he sabido qué piensa, qué siente, sé que le gusta el pollo a la brasa y sé también que siempre pide chaufa mixto, que no bebe mucho alcohol y que a lo mucho puede pedir un pisco souer, también que estando totalmente sobrio o sin drogas no le gusta que la acaricien mucho el culo. Pero no sé más, y siempre he querido saber. Pero él, a los tantos años siempre me lo negó. Claro, era su derecho, pero sí ha compartido algunas cosas de su familia, la que se encuentra en el campo y la que tiene aquí, su hermano, su cuñada y sus sobrino, que viven en Ventanilla, a veces me cuenta algunos problemas que tienen, cuando se le muere algún familiar y debe haber peripecia y media para llegar a ese lugar, con hasta tres trasbordos, antes que entierren al muerto. A mí me gustaba escucharlo, como te contaba años atrás loca, siempre me relajaba escucharlo, no era que teníamos las conversaciones de política, de investigación o de trabajo. Era hablar de lo cotidiano, de lo común, de lo que se puede conversar sin esfuerzo de abstracción. Eso disfrutaba mucho, verlo era siempre un relajo.

 Cuando entré en esa segunda etapa de yo demandarlo mucho, es que hasta inicié una persecución por Grindr, pues esa era la plataforma donde empezó a iniciar su oferta de servicio. La primera vez que lo vi, me impactó un poco, pues yo sabía lo que hacía, pero ver ahí su foto con rostro y todo, me dejó una sensación de que en verdad a él no le importaba mucho quien lo pudiese encontrar allí. Si bien no había un texto tácito, sí se leía en letra grande la opción y el teléfono. Más obvio no podía ser. Luego siguió con las fotos, pero ya no colocando el teléfono, y ahora no sé si sigue en esa plataforma, pues creo que me descubrió y me bloqueó; en realidad, creo que me ha bloqueado varias veces, pues yo he creado perfiles falsos para poder contactarlo y tratar de descubrir más de él. Te cuento que una vez fui un pata que le preguntó si era ‘complaciente’ o ‘participativo’, “¿qué es eso me respondió? Le expliqué y me dijo “No, bro, soy activo no más, no me van esas cosas”. ¿Me quedé satisfecha? ¿Tranquila? ¿Quería saber más? ¿A dónde quería llegar realmente? “Ah, ok bro, está bien, sino que busco un activo que le entre también a lo otro, gracias”, le respondí. ¿Y si supo que era yo? ¡Qué ansiedad loca!

Otras veces le había escrito preguntándole cuánto y dónde, él siempre me había dicho que vivía en el Callao, por Carmen de la Legua, solo y que su hermano vivía en Ventanilla. Pero una vez que me acompañó al centro, pues yo me iba a una fiesta por el centro de Lima, él me dijo que se bajaba por Alfonso Ugarte, que desde la Plaza Dos de Mayo encontraba colectivo. Desde ahí me quedó la duda, por lo que una vez fingí ser otro cliente y me dijo que tenía un cuarto por la calle Zepita, “eso es seguro” pregunté; “sí, ahí tengo mi cuartito”. No escribí más, pero sí muchas veces en el Grindr lo veía conectado cuando nos encontrábamos en la Cucaracha. ¿Dónde realmente vivía? Pues, otro misterio que no se llegó a resolver. Cuando inició la cuarentena por el Covid-19 y nos vimos al mes de iniciado el aislamiento, lo vi y me dijo que estaba en su casa en Carmen de la Legua. Esa vez estuvimos sin vernos como un periodo de dos meses, si bien recuerdo, pues había decidido no verlo nunca más, como varias veces que lo había intentado antes, pero sin éxito alguno.

 Recuerdo que la primera vez que intenté no verlo fue porque no se apareció un día como habíamos quedado, le escribí “no quiero verte nunca más”. Fueron varios meses, incluso en una manifestación lo vi en la Plaza San Martín, me vio y como felino se acercó sigilosamente, pero sin decir nada, me miraba y yo igual, pero no le hice gesto alguno, él tampoco. Llegó a estar casi a mi costado, pero igual no nos dijimos nada. Esa noche terminé, como siempre ocurre en una manifestación, en el Queirolo, con los amigos, no me pregunté mucho por él. Al tiempo logré conseguir su número nuevamente y nos volvimos a ver. Así, han sido como unas cuatro o cinco veces, distancias y retornos, siendo estos últimos más pasionales, con un fuego indescriptible. Distancias de tres, cuatro, cinco meses a lo mucho, y que luego nuevamente la misma historia, sin preguntas, sin respuestas, sin preguntarnos ¿qué pasó? Solamente continuando la rutina, aunque sí las distancias donde nos hemos dicho asuntos fuertes sí ha habido una disculpa de por medio. La última fue así, pues le dije que tratara de resolver su vida y salir de ese mundo, que ya estaba volviéndose viejo. Hija, me aceptó las disculpas diciéndome que no había problema, que ya estaba olvidado. Y así, nuevamente en la rutina, lo que nunca pude comprobar es si dejó o no ese asunto, pues la cuarentena de mierda nos tuvo a todas inmovilizadas, pero si logro verlo nuevamente le preguntaré chica, si lo sigue haciendo, quien sabe lo dejó querida Fantasy.

 Entre una de esas idas y venidas (al cuarto año de vernos), me enteré casi de improviso que Juan era realmente Jorge. Siempre había sido Juan, y luego acostumbrarme a llamarlo Jorge se me fue muy difícil. Resulta que una vez cenando, él me contaba algo familiar y entre asunto y asunto se menciona a sí mismo como Jorge. No le pregunté ni le increpé nada, sólo seguí la conversación y desde momento empecé a llamarlo tanto como Juan y como Jorge. Por el celular mayormente es Jorge, pero cuando llega a casa es Juan, cuando acaricio su cabello, cuando le doy un beso, cuando estrujo sus brazos y muerdo su mano es Juan, siempre fue Juan, porque así lo conocí, siendo más bien Jorge el hombre que no llegué a conocer.

¿Quién será realmente Jorge? ¿Qué sentirá Jorge? Siempre he querido saber si es capaz de querer a alguien, si es capaz de enamorarse, porque a veces siento que estoy atada a él porque él es justamente como yo, reacio para el amor, esquivo para sentir. Loca, creo que eso es lo que me ata a él en el fondo. Los dos nos merecíamos a nosotros mismos. Y no sé si aún nos merecemos, claro si aún logro encontrarlo pasada toda esta crisis. Sí, aún deseo encontrarlo.

 Jorge, en su familia le decían ‘flaco’, y yo sin saberlo le empecé a decir así también. No es mi prototipo de chico que solía gustarme. No era de cuerpo grande, no era velludo, aunque sí en las piernas y el culo, que me encantaba, a veces usaba barba y también me fascinaba, sobre todo cuando rasguñaba mi espalda, mis hombros o mis clavículas. Era callado, de pocas palabras, y casi hermético. Nuestras conversaciones eran muy cortas, en el chat cuando hablamos, él era de ‘estoy bien’, ‘ok’, ‘no hay problema’. Cuando le proponía, “nos vemos el sábado”, él respondía “ya”. Y más nada, y me dejaba en el aire, pues no me daba espacio para poder tener insumos y reconstruirlo, como piezas que se colocan en un rompecabezas, y que al final te permite tener una mirada de toda la imagen. Él me soltaba pocas piezas. Por eso trataba de imaginarlo, ¿cómo era él realmente? Mi intuición me decía que no había tenido mucho amor, que más bien el cariño le había sido escurridizo, que no le enseñaron a querer, porque ello es un aprendizaje, sabías ¿No? Sé que lo sabías. Por algo somos hermanas. Sus múltiples necesidades creo que le enseñaron a ser práctico, funcional. A veces me preguntaba si era feliz, si se sentía bien consigo mismo, con su orientación o, mejor dicho, con su arrechura, porque no sé si entendía de identidades y orientaciones. Intuía más bien que en su negocio escondía su placer, lo cubría de ganancia para hacerlo más tolerable para sí mismo, eso me perturbaba, pues a veces quería saber si se sentía cómodo realmente con lo que hacía, tener a otro hombre desnudo y darle placer, ¿es posible que un hombre llegue a fingir tanto? Por ello, mi curiosidad por saber o demostrar si en algún momento lo había hecho por puro deseo, sin intermediar nada de por medio. Conmigo, algunas. A veces le preguntaba, “¿cómo te gusta un chico?” “Pues normal”, me respondía. “¿Pero cómo normal, alto, bajo, culón, velludo, flaco?”, insistía yo. “Normal”, igual repetía, aunque me contó que había rechazado clientes - que eran mayormente hombres mayores casados-, los veía y se pasaba de largo o no les respondía el mensaje. Y algunas veces, cuando teníamos invitados, sí me pedía no invitar a cierta persona, no me daba razón, solamente “no me cae bien”, pero quizás no le gustaba, como sí le gustó otros que le llegué a presentar. Pero sí me dejó en claro que le gustaba por igual los hombres y las mujeres, y que cumplía sexualmente con ambos por igual. “Entonces, eres bisexual”, le decía yo. “Pues, debe ser”, respondía él, lo que me dejaba claro que no importaba catalogar sus prácticas, y pues si él no lo sabía, quién era yo para explicárselo, él era tan libre como sus pulsiones y deseos, a qué la necesidad de etiquetarlos. Claro, amiga, seguro era por mí, por mi necesidad de saber por dónde me estaba moviendo, a quién tenía enfrente. Pero creo que realmente ello no importaba, ni ahora, pues no me dieron respuesta de nada. Sin embargo, en los momentos de crisis que hemos tenido, sí se lo he preguntado, si realmente disfrutaba hacerlo, pues debo decirte que en mi existencia he comprobado que con los amantes también se tienen quiebres, rupturas y desencuentros. Aunque solo una pregunta nunca logré ni imaginarme respuesta, ¿alguna vez se habrá enamorado de algún muchacho? ¿Habrá llegado a sentir amor por alguien? O es que el amor también le fue solo funcional.

 Ay Fantasy, porqué la necesidad de escribir esto. Será que lo extraño, que en el fondo me gustaría saber que sobrevivió a esta crisis y que quizás pueda encontrarlo nuevamente. Y esta vez que sería amiga, ¿qué será? Podría decirle que le quiero, que llegué a enamorarme de él, y que estoy dispuesta a tolerarlo como es, si es que aún sigue trabajando en ello. ¿Podré? O más bien, regresamos a lo que teníamos, a esos encuentros agradables sin ningún compromiso. Si realmente solo fuimos algo más que amigos, porque él me dijo varias veces, que me quería como amigo, mientras yo le insistía en algo más, hasta incluso le deslicé el supuesto de un día vivir juntos, a lo que él siempre se opuso. ¿Habrá cambiado? ¿Esta situación actual habrá operado algún cambio en él? ¿En mí? No lo sabemos, pero de seguro sabemos que sí queremos vernos nuevamente, a tirar como locos, salvajes, salir a cenar, hablar sonseras, para luego con pocas palabras despedirnos, y decir, ‘hasta la próxima’.

¿Habrá próxima? No lo sé, pero espero que sí, no sé nada de él, ya que en mi afán por olvidarlo, por sacarlo de mí, borré todos los registros de su número, mensajes, todo, absolutamente todo. Igualmente no veo su imagen en Grindr, así que no sé nada él. Pensé que al eliminarlo me olvidaría de él, pero veo que eso no fue posible. Fue sólo una ilusión que duró un tiempo. Y si llego a encontrarlo, ¿qué le diré? ¿Seré capaz de abrazarlo y decirle que no se vaya, que este tiempo y distancia me enseñó que lo extraño? No lo sé tampoco, no estoy segura de nada, pero al menos este instante, en que te escribo todas estas líneas, sí lo extraño, sí deseo verlo nuevamente, por el mañana, no me interesa, y tampoco debería interesarme. Siendo como él, práctica y funcional.

Fantasy te voy dejando, ya no resisto más este confinamiento, cuánto tiempo más, no lo sabemos, pero bueno al menos podemos cartearnos por este medio. Cuéntame cómo te va, ¿también tienes una historia para contar? Ah, recuerdo ese chisicoso, el de las madrugadas, ¿desapareció también? ¿Está vivo? Que no sabes nada de él. Estamos iguales hermana, qué curioso, esos silencios prolongados por parte de ellos, esos nombres ficticios que esconden un deseo, y otros verdaderos que ocultan sentimientos y realidades de las cuales sabemos poco o nada. Por eso te digo, conocí dos hombres, Juan para mí, para mi insaciable placer, para mi corrompido corazón, para mi voracidad, Juan que respondía a mis pulsiones, que se entregaba también, Juan ese alter ego siempre dispuesto, esa ficción de él mismo para satisfacer a los otros y así mismo; y Jorge que pareciera que nunca será para mí, el que vive en una permanente zona gris de ser o qué será, pues se sabe poco de él, Jorge el ego más bien reacio a la apertura, taciturno, distante, sin ánimos de establecer relaciones, esa realidad de sí mismo que se resiste a afirmar su propio deseo y satisfacción, ese Jorge que siempre se aparta. Pero que ambos curiosamente, Juan y Jorge, siempre se encontraban en mi lecho.

Ahora sí te dejo chica, hablamos y me cuentas, siempre es bueno hablar.

 Hasta pronto Fantasy...

Zoraida de las Nuevas Periferias

Fuente de imagen: https://elclosetlgbt.com/estilo-de-vida/cashsexuales-heteros-tienen-sexo-gay-por-dinero/


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