Recibí tu carta.
Es una locura de locas todo lo que me cuentas. Yo te cuento que me han dado
libertad por esto del virus, he salido a la calle y me he topado con la gente
en mascarillas, caminan asustadas, algunas llevan unos cascos transparentes
para evitar que le peguen el bicho, el actual porque del otro ya no se acuerdan.
Yo no tenía mascarilla y me puse un sostén porque recién acabo de salir y no
quiero regresar al bote tan rápido. Estoy bastante sorprendida, ya se acabó
junio y chau a todo el show de colores que levantan las tiendas por las
mariconas, pero anda a pedirles una empleo y te miran de pies a cabeza como pensando:
“¿Y esta cabra atrevida que se cree para trabajar acá? Me va a salar el lugar”,
pero después de mirarte te responder muy fina e hipócritamente: “Aquí
respetamos a todas, pero por el momento no estamos necesitando gente”. Claro,
ahora no solamente soy una maricona buscando chamba, sino también una
expresidiaria. Sabrás.
Llegué al barrio
y me quedé más sorprendida con las cabras, ya no sé cuanto tiempo he pasado ni
en lo que se han convertido, ya no juegan vóley, ya no se hablan de cabras, ya
no hablan loxoro, ya no quieren ni chupar pinga y gritarlo a los cuatro vientos
como antes. Ahora todas se llaman bebé, todas leídas, se me hacen las cultas,
se dicen familia elegida todo el día como loras locas. Veamos si siguen así
cuando una le quite el marido a la otra. Sabrás.
Yo en mi poco
inglés de colegio nacional me puse dura al primer bebé que me soltaron mientras hacía un punto peruano en la cancha
de vóley y grité “don´t call me bebé, bitch”. Me miraron asustadas y una bien
atrevida me respondió “ay, que marimacha, me violentas”. Agarré mi apuesta y me
fui. Mejor me pongo a ver televisión a estar con estas locas mutantes que cada
día entiendo menos en qué se convierten. Obviamente que yo también muto chica,
pero no me olvido de qué pie cojean las cabras y tampoco del veneno que tienen
guardadito, así que con su bebé no van a venir a endulzarme, prefiero que me
digan perra bien claro a estar en besitos falsos en el culo.
No te niego que
sentir la libertad es otra cosa, más allá de las locas que te contaba, me gusta
estar ya en mi casa, mi barrio, ver a mi familia y ahora pensar en cómo ganarme
los frejoles. La Chicho me ha contado que su prima que vende ropa en Gamarra
está buscando mariconcitas para vender blusas y paga quince diarios. Yo le
pregunté “¿Y por qué mariconcitos?” y me dijo “es que las mariconcitas venden
mejor, si hasta su culo venden”. Me quedé muda, apunté el teléfono y me fui. La
llamaré hoy porque trabajo es lo me falta, las ganas y el hambre me sobran.
También me han
contado que la municipalidad ahora acepta a las mariconas así que voy a dar
unas vueltas por ahí y ver si están buscando barrenderas, me encapucho bien y
salgo a mantener las calles limpias, de paso me limpio el alma hasta que me
gane la tinka. No esa tinka que te imaginas, sino la de plata de verdad.
Amiga, te
extraño y espero que pronto nos podamos ver como los viejos tiempos para hacer
cambalache por las calles de Lima, Callao y balnearios. Quizá en algún momento
hagamos tal cambalache que nos den un premio por ser tan maricones, ojalá
chica, ojalá. Te voy dejando que se me quema el arroz y no estoy para darme
esos lujos. Pásame tu número de teléfono que mi sobrino me está enseñando a
usar el celular, ya estoy vieja y para estas cosas, ya no sirvo.
Pd: Visítame
cabro, ya estoy en el barrio y tus maridos preguntan por ti.
Tu
amiga que te quiere mucho, Fantasy.
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