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Los hombres que he [m]amado. Notas auto-etnográficas (Parte II)

diciembre 02, 2019TwoPrincess


- Romina de Tokio -


Sin duda también hay otros hombres, que lograron salvar algunos aspectos de esa valla. César actualmente está en sus 65 años, se casó en 1985 y tiene dos hijos varones. Me cuenta que el primer encuentro con otro hombre lo marcó. Era el año 87 y se encontraba en un sauna, del cual habla como un espacio exclusivo en donde existía un ambiente de cofradía, confianza, donde acudían mayormente hombres casados y otros gays, pero que se conocían entre ellos y en cierta forma se cuidaban (refiriéndose no al cuidado sexual sino al cuidado más social, cuidarse de con quién verse y con quién se relacionaban). Ese año conoció un hombre recientemente divorciado, como César refiere: “un hombre de ascendencia italiana, bien parado, simpático y que no se le notaba”. El hecho que lo marcó no fue la penetración (incluso no la hubo) o el sexo oral, sino un beso en la boca. César lo describe como el mejor beso de su vida y que lo llevó a tener una serie de pensamientos y fantasías, que le causaban remordimiento pues pensaba en él cuando se encontraba con su esposa en la cama. Se llegó a preguntar por qué no dejaba de pensar en él, y refiere que no fantaseaba sexualmente, sino pensaba sólo en él, en la posibilidad de tener una relación, idea que al mismo tiempo lo asustaba, ya que no le cabía en sí mismo la idea de una relación con otro hombre. Exactamente, mencionó la palabra ‘dependencia’, le asustaba la idea de llegar a enamorarse de él. Claro, no era la primera vez que se sentía atraído por un hombre, César ya había experimentado ello antes de casarse, hacia un vecino al cual admiraba por su atractivo físico, pero en ese momento logró reprimir su deseo y emociones, como me refirió. “lo reprimí, y me olvidé de ello’. Pero en esta oportunidad era diferente, había tenido contacto con ese hombre, al cual también admiraba por su físico y su discreción, y al cual había provocado una sensación fuerte a partir de aquel beso.

En relación a la idea y sensación de dependencia, algo similar había escuchado de un compañero muy cercano a mí. Éste era de conducta bisexual, con las mujeres tenía un involucramiento ligero, rápido, fugaz, diría hasta instrumental; pero con los hombres era diferente, con tendencia a la sumisión, incluso disfrutaba de usar prendas femeninas y de maquillaje y si bien pretendía tener un rol activo, al final disfrutaba más de colocarse en una posición receptora. James, en ese momento, de 18 u 19 años, mencionó que no podía enamorarse (refiriéndose hacia otro hombre), pues dicha situación lo haría estar ‘vulnerable’, y él no deseaba estar así, no quería sentirse dependiente a ese sentimiento.

Regresando a César, al parecer éste también sintió ese temor. Pensaba que el estar enamorado de otro hombre lo haría dependiente. Entonces, ¿estos hombres con evidentes prácticas bisexuales, prefieren construir relaciones estables con mujeres porque suponen que con ellas no están bajo una relación de dependencia? ¿Las relaciones con mujeres los compensan emocionalmente por no sentirse vulnerables o dependientes, ello por la significación que tiene la mujer en nuestra sociedad? Es decir, estos dos hombres se encuentran en matrimonios, James tiene dos hijas y dentro de una relación de semi-convivencia, César sigue casado aunque duerme con su esposa en habitaciones separadas de vez en cuando por problemas de intolerancia a los ronquidos de él, y al hecho de tener más habitaciones libres luego que sus dos hijos se independizaron. Entonces, intuyo que en ese posible mecanismo de pensamiento existe un sentido de poder, pues ¿por qué no se permiten enamorarse de otro hombre?, seguro ello debe responder a evitar algo. Además, porque si comprometerse en una relación con una mujer, ¿acaso ésta no representa una amenaza a su dependencia? Aparte, no les pregunté tanto a César como a James si estaban enamorados de sus respectivas compañeras.

César, después del 87 –como él mismo dice- se tranquilizó y comentó que la vida sexual con su esposa era intensa y muy satisfactoria, me dice que en esa época “ella era muy arrecha”; valoración que ha cambiado, pues ahora la considera fría. Es así que entre el 92 al 2001 César mantuvo una relación paralela con otra mujer, pero que igualmente frecuentaba el sauna. En el 97 tuvo un segundo hecho clave, lo relaciona a que comenzó a soltarse más y en cierta forma a aceptarse, empezó a socializar con los hombres del sauna, pero ya por fuera de éste. Quienes hemos conocido el tipo de interacción que existe en el sauna, sabemos que los hombres bisexuales o heterosexuales comprometidos en relaciones con mujeres y que acuden a estos espacios, normalmente no salen de este espacio, todo se consuma en él, no mediando incluso mayor interacción que un saludo a lo mucho. Por tanto, como menciona César, hubo un cambio, ya que de masturbaciones y caricias pasar a besos más frecuentes y relaciones sexuales en otros espacios, sí implicaba un cambio cualitativo. Actualmente, él se reconoce como bisexual, reconoce que no ha tenido una relación con otro hombre pero “uno nunca sabe” menciona, lo que deja entrever la posibilidad futura de ello. Disfruta del sexo tanto con hombres o mujeres, pero reconoce que con los primeros es diferente, tiene otro ‘encanto’. Sigue frecuentando saunas, a lo que ha agregado el gimnasio (de los que tienen sauna). Ahora se encuentra teniendo una aventura con uno de los entrenadores, al cual considera un hombre muy masculino, en sus 50 años y del cual no se imaginaba que también le agradaban esas interacciones. Cuenta que ocurrió de forma casual, estando los dos solos y frente a frente. El entrenador completamente desnudo, luego de varios intercambios de miradas y  comprobar que ambos estaban erectos, le dijo “nos correremos la paja”, asintiendo César, para luego lanzar una segunda proposición “nos daremos una mamada” a lo que también aceptó. César reconoce que le gusta besar, puede chupársela a otro, masturbar a otro sin ningún problema, incluso le molesta que otros hombres que dicen ‘entender’ no lo hagan, para él estos tienen paltas, no se abren, son “huevones y acomplejados”. Paralelamente, César se declara, y se nota cierto orgullo en ello, como “invicto”,  refiriéndose a que nunca ha sido penetrado, reconoce que se puede dejar hacer anilingus, pero no más allá. Al parecer esta virginidad goza en él de cierto valor o atributo, pues al referirse a su par recientemente divorciado y que presume que hace de pasivo lo refiere como ‘la Manuela’.

Indudablemente, el ceder el culo es la valla última en la lógica de la masculinidad, entregarlo implicaría renunciar a ésta. Sin embargo, es posible y los hombres pueden sobrevivir a ello. Fernando, 45 años está casado y tiene dos hijos varones, es asiduo a los saunas, como trabaja en horario rotativos, esto le permite poder escaparse a estos lugares. Fernando menciona que a veces su mujer lo harta, que no la soporta. En el plano sexual se considera activo aunque reconoce que cuando tiene ganas y la otra persona le gusta puede hacer de pasivo sin ningún problema mencionando “qué chucha con eso”, tampoco se hace problema en chupar o masturbar otro pene, aunque lo que disfruta es hacer el anilingus, como él menciona “la chucha es rica, pero más rico es el culo”. Fernando trabaja en una agencia comercial, me comenta que la mayoría de sus colegas son mujeres y éstas se le ofrecen, pero él no acepta, dice por un asunto de evitarse problemas. Me dice que en una oportunidad una trabajadora se le ofreció, le dijo “¿Qué acaso no le gusto jefecito, no cree que estoy bien? Puede subirse si quiere”, a lo que él respondió: “Te puedes subir aquí, el problema es que te me puedes subir a la cabeza”. Su jefa incluso le mencionó “puedes hacer lo quieras, no tengo problema, sólo no lo hagas notorio. El respondió “no se preocupe, no habrá problemas”, pero me confiesa que pensó para sus adentros “si supiera que me gusta más el culo”.

Fernando me cuenta que tuvo una conversación curiosa con su hijo adolescente. Su hijo le pregunta: “papá, ¿qué piensas de los cabros?”. Fernando abre los ojos, yo intento no hacer ningún gesto, a lo que él me menciona como pensando en voz alta: “Algo debe haberle pasado, que raro me haga esta pregunta”. Continua, “a ver hijo cuéntame, ¿qué ha pasado? Cuéntame con confianza”. Éste le contó que su amigo de colegio le había querido tocar el pene dos veces, y que debido a ello se enfureció y lo empujó por las escaleras de cemento del estrado de la loza deportiva en donde se encontraban. Ante ello Fernando le explica que eso no estuvo bien, “pudiste hacerle daño hijo” le mencionó, respondiendo su hijo “pero papá, ese cabro me quería tocar”. Por lo que Fernando me cuenta, no se concentró en el tema del tocamiento, sino enfatizó el hecho que pudo haberle causado un daño irremediable al muchacho por haber rodado por las escaleras, y que mejor hubiera sido que le informe del hecho en casa, y él mismo hubiese ido a conversar con los padres de su compañero. Ahora, Fernando igual no acudió a la casa del compañero de su hijo, sólo le recalcó que si ocurriese nuevamente le informe, aunque le refirió a su hijo que no se refiriera así de su compañero, que era una persona, un ser humano como él y los demás.

Este relajo frente al hecho ocurrido a su hijo, es decir la intención de tocamiento, intuyo respondió por algunos pasajes de su relato previo. Mi atrevo a deslizar una interpretación que se centra en que Fernando tenía cierta tranquilidad por la sexualidad de su hijo, pues antes de mencionarme el episodio del tocamiento, me comentó “mis hijos tienen su piedra, cada día va una chica diferente a buscarlos, tocan la puerta y preguntan por mis hijos. El mayor es un pendejo, ese huevón ya cacha, su abuela la vez pasada me dijo que estaba encerrado con una chica en la lavandería [¿Qué estaba haciendo?], estaba cachando ese huevón. Ya les he dicho yo, no la caguen, cuídate, que si salen con hijo se van a la calle a vender caramelos, se acabó estudios, trabajo, y deberán asumir sus responsabilidades”. Considero que luego de dejar sentado que sus hijos son heterosexuales y muy activos al parecer, sintió la tranquilidad de comentar lo del tocamiento del amigo de su hijo. Igualmente, también le pidió no le diga a su compañero ‘cabro’. ¿Habrá respondido ello por una empatía que debía mantenerse en secreto? No lo sé, tampoco lo pregunté, ni que hubiese pasado si su hijo le decía que le gustó en el caso que éste se hubiera atrevido a mencionarlo. Lo que sí me quedó claro por sus referencias, es que Fernando es un padre amoroso con sus hijos, aún los engríe, les habla como bebés, los mima, y dice que hará como su padre, quien en la actualidad hace lo mismo con él.

En el caso de César si hubo oportunidad de hablar de sus hijos. Específicamente sobre qué pasaría si estos un día van al sauna y lo encuentran ahí, a lo que refirió que pues normal, que no diría nada, pues asumiría que sus hijos están ahí también por lo mismo, “me haría el loco” fue lo enfatizó. Luego supuse la situación en que sus hijos o uno de ellos lo encuentra en el sauna en una situación comprometedora, es decir, en pleno sexo oral o en pleno tire; a lo que César dijo “eso sí sería rochoso, tendría que hablar con ellos”; para luego pasar a una tercera suposición en que qué ocurriría si tu hijo te ve y se anima a que también se la chupen o participar del tire. La respuesta de César fue un rotundo no, que ello sería imposible que suceda, pues además “mis hijos no creo les guste esta huevada, ya tienen sus vidas hechas, tienen novia cada uno y no creo le entren, aunque si le entran pues normal, no me opondré en ello”. En el lado discursivo existe un relativo relajo frente a la sexualidad de los hijos, pero como con Fernando, ello se produce luego de dejar confirmada la heterosexualidad de los mismos. Es decir, generaciones nuevas de hombres deben recibir el respaldo de los otros masculinos, de sus padres, abuelos, tíos, pero sólo hasta que cierto umbral, pues estos hombres que he [m]amado quizás recibieron ese respaldo, pero que al parecer renuncian en ciertos espacio, frente a ciertos sujetos y bajo algunas circunstancias.


Fuente: Imagen de la Instalación Inon Sani Callao Monumental. Noviembre 2019

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