featured

La mirada que desestabiliza. Un macho es descubierto

marzo 02, 2020TwoPrincess


-Romina de Tokio-
La semana pasada pude asistir al cine para ver la película “Todos somos marineros”, del director peruano Miguel Ángel Moulet. No sabía de antemano absolutamente nada acerca de la película, sólo que era producto nacional, pero que la imagen del cártel promocional me capturó, por lo que decidí verla. Ese día en la función en San Miguel éramos a lo mucho 8 personas en la sala. Una lástima; sin embargo, ello ayudó a disfrutar la película casi para mí solo.

Como se ha leído en diferentes medios, según palabras del director, la película aborda los temas de desarraigo, soledad, lejanía, y cómo en ese contexto se configuran relaciones interpersonales, que tiene que ver con el romance, el sexo, los desencuentros, es decir, las relaciones interpersonales. Claro, una más evidente, explícita, y bajo la luz, que es justamente la relación heterosexual entre Tolya y Sonia, y la otra escondida, no presentada, no evidente, que es la relación homosexual entre Vitya y Tito. Tolya y Vitya son dos hermanos rusos y marineros de una embarcación varada en el mar de Chimbote, mientras que Sonia y Tito no teniendo una relación de sangre, ella se hizo cargo de él desde que era adolescente, por lo que se podría decir que constituye en su madre putativa o su hermana mayor. Sonia tiene un puesto de comida en el mercado de Chimbote, y Tito le ayuda con la repartición de los pedidos.

Mientras la relación entre Tolya y Sonia tiene una centralidad en la película, pues incluso el tratamiento de ésta es evidente y predecible, a través de diferentes escenas que muestran que entre los dos había intimidad sexual y cotidiana; la relación entre Tito y Vitya no aparece nunca de forma evidente en el trascurso de la película, salvo algunas pistas que muestran al espectador hacerse la pregunta, ¿por qué Tito le regaló a Vitya el reloj, si más bien lo quería vender para conseguir dinero? Además, son sólo algunos chispazos que la película deja entrever la posible orientación de los personajes: el tipo de mirada de Tito a su amigo mientras éste manejaba la moto, o la advertencia de Tolya a Vitya en relación a la amistad con Tito y más bien la decisión de éste a no querer regresar a su pueblo natal en Rusia. ¿Por qué? Si después de meses estar varados en un país lejano, lo que más se puede ansiar es el regreso a casa, ¿o es que había algo que lo ataba a su nuevo contexto frente a una situación que no quería afrontar en su país de origen? Recordemos es Rusia, un país abierta y oficialmente homofóbico.

Ese tratamiento oculto y no evidente de la relación homosexual deja sin palabras al espectador cuando la película llega al clímax en la escena en que Tolya descubre su hermano Vitya teniendo sexo con Tito. Esta escena de Vitya penetrando a Tito sin duda alguna es el elemento sorpresa –para quien no se dio cuenta de las pistas anteriores- o el desenlace –para quien había ya tomado nota de la presencia de ciertos elementos- de la película. De igual forma, trátese de una u otra situación, la escena es fuerte, reveladora e impactante. ¿Por qué? Porque revela el poder de la mirada y las consecuencias que se desencadenan con el descubrimiento de un hecho que había estado escondido. Se produce la revelación de un aspecto oculto de Tito a partir de la mirada de Tolya, porque Tito jamás se reconoció como homosexual, pues además en el filme su presentación es de más bien un chico heterosexual, con actitudes de pandillero, gilerito, machito, pendejito, etc. El ser descubierto por el ‘otro’ desata en Tito una violencia incontrolable, contra su amante, al cual patea en el suelo; y contra a quien lo descubre, al cual amenaza de muerte con una vara de hierro, en su afán quizás de no dejar testigo alguno. Dicha violencia irrefrenable sólo es detenida con su muerte, lo que revela el nivel de crisis que pudo haber sentido en dicho momento de ser sorprendido, quizás alimentado por la culpa, la vergüenza, el miedo, por el hecho de ser diferente, de verse develado como cabro, rosquete, maricón, loca.

El poder de la mirada -la escena de Tolya mirando por la escotilla- esa que descubre, revela, arrastra a Tito a la luz, frente a Tolya y frente al espectador. “Pucha… Era cabro”, me imagino habrá pensado o dicho más de un asistente, pues además Tito en la escena era quien estaba siendo penetrado, nada tan contradictorio a lo que se piensa es y debe ser un muchacho pendejito y gilero de un barrio popular. Sin duda alguna, Tito no es el típico joven homosexual que se piensa en el imaginario colectivo, no era amanerado, no tenía voz o maneras femeninas, menos aún dejaba mostrar que le gustaba ser penetrado. Sin embargo, algunas maricas sabemos que ello es probable, en otros contextos, como el de los maridos o los clientes de las travestis. Es sorprendente escuchar las historias – aunque ya existen como mitos urbanos- de travestis en que son ellas las que hacen de activas en las relaciones con sus hombres socialmente presentados como los maridos, los activos, los machos de la relación, y que si esto es sacado a la luz condenaría al supuesto macho. Otras muchas más son en relación a sus clientes, que las buscan más bien por sus atributos físicos, no por el culo o las tetas, sino por la chala. Sí, sino preguntemos a las que han viajado al extranjero a ejercer el trabajo sexual por qué no se han realizado una operación de cambio de sexo, monetariamente no les resulta nada rentable. Pues el hecho de ser una mujer fálica al parecer tiene mucha demanda en el imaginario de muchos hombres que se autodefinen como ‘heteros’. Existe el deseo por la pichula, pero que debe permanecer invisible, no mayor sentencia o cargo para un hombre que se le compruebe que es un cabro pasivo, que le gusta la pinga de otra(o).

Sin duda alguna la película “Todos somos marineros” se convierte en una película que sin ser de temática LTGBI aborda el tema, y el contexto social. El juego entre el no-mencionado/no-visible y sacar a la luz es un hecho de ‘outing’ (sacar a alguien del clóset sin su consentimiento) bastante violento, y que revela también lo funcional que es evitarlo en una sociedad cruel y estigmatizante frente a la diferencia. Tito vivió esa violencia, de su entorno inmediato, de su barrio, de sus colleras, de sí mismo que lo llevó a resquebrajarse al ser descubierto, pues no sabía cómo manejar su deseo, su orientación, su placer, su arrechura frente a otro hombre. Tito mismo ya se había sentenciado a un outing violento que podría ocurrir en cualquier momento, que lo ponía frente a sí mismo pero ya develado, desenmascarado a su deseo con pichula como él.  

Sin duda el punto a favor de esta película es la presentación de un sujeto ‘que no parece, pero que es’, lo que rompe con el prejuicio establecido en nuestro país frente a los sujetos homosexuales. Ya otras películas lo han hecho como “Contracorriente” y “Retablo”, en donde un pescador en la primera y un artesano en la segunda rompen con el clásico arquetipo homosexual, aunque es interesante notar que las tres películas están marcadas por la muerte, lo que también hace pensar en un destino fatalista, pues sería como un eco de una realidad que podría tolerar la diferencia pero con límites, que si son transgredidos debe ser pagada con la propia vida.
Fuente de imagen: https://ravil.life/ 

También podría gustarte:

0 comentarios

Publicaciones Populares

Seguidores

Déjanos Un Mensaje