- Canela del Chimpun Callao y Romina de Tokio -
Actualmente estamos pasando por una epidemia
sanitaria a nivel mundial que ya no hace falta explicar, porque todas la
conocemos y tenemos información de varias fuentes, incluso ya cansa al hartazgo
la cantidad de info a la estamos expuestas a través de los medios y las redes
sociales. Sin embargo, queremos aprovechar el encierro de ambas para tocar
algunos puntos de esta crisis, mirados desde nuestros reales cuerpos y genuinas
existencias maricas, ya estigmatizados y vulnerables cuando de epidemias y de
situaciones de vulnerabilidad se habla. Aunque debemos reconocer nuestra
capacidad para ‘darle vuelta’ a situaciones adversas, lo que responde siempre a
esa pulsión por la supervivencia, con glamour claro, como cuando muchas ahora
probablemente se encuentran repitiendo con una voz chillona “koronavairus,
koronavairus, shit is real, shit is getting real”, emulando a Cardi B y
poniendo en nivel de estrés a nuestra madre, por ejemplo.
Esta crisis definitivamente nos está afectando,
eso no lo negamos, pero creo que no a todas por igual. En este escalamiento de
afectación, por así llamarle, muchas personas de las poblaciones LGBTI (no
todas) están siendo las más perjudicadas, porque también se interseccionan otras
problemáticas individuales y colectivas en esta situación, por ejemplo, no
tener trabajo estable, vivir en lugares alquilados, ser VIH positivas, vivir en
espacios inseguros, subsistir en el día a día, tener una dolencia psiquiátrica,
estar en el clóset, entre otras.
Algunas organizaciones LGTBI (muy pocas) han
sabido actuar rápidamente para dar respuesta en la contención de estas problemáticas,
siendo la población travesti la más perjudicada, por no tener acceso a la
identidad y menos al trabajo y no ser beneficiadas del bono de 380 soles por
parte del Estado[1],
por lo que ha sido para ésta principalmente el foco de ayuda para poder pasar
estas semanas de aislamiento social obligatorio, la cual se ha extendido a dos
semanas más, es decir, hasta el 12 de abril del 2020. Hemos sido testigos de
las iniciativas de colecta de dinero que se han hecho para entregar a las
compañeras travestis en situación de precariedad, y nos atrevemos a decir que
principalmente a las que se dedican al trabajo sexual en las calles, aunque
debemos reconocer que la cuarentena y aislamiento no deja de afectar a las
colegas travestis que se dedican a la cocina, la limpieza, el estilismo, es
decir, al gran rubro del sector informal y/o independiente.
Sin embargo, no es la única población que ha
tenido que complicaciones por este tema, ya que el trabajo precario e informal
afecta también a maricas, machonas, bisexuales, e incluso a otros sujetos con
prácticas diversas. Además, si a esto le sumamos la condición de salud
pre-existente, por ejemplo, las personas VIH positivas, éstas han tenido que
gestionar rápidamente sus citas para continuar con su tratamiento, siendo ello
una cuestión de vida, pues la interrupción de los antiretrovirales puede llevar
a un cuadro de resistencia al virus o a la muerte misma. Obviamente esto es más
fácil si se tienen los recursos para ir a una ONG para que te brinde los medicamentos,
cosa que no sucede con todas las personas porque la mayoría accede a servicios
del Estado que como sabemos son ineficientes, además siempre con el problema
del desabastecimiento, y más aún con esta nueva crisis sanitaria que ha hecho que
todas las citas se encuentren reprogramadas, y lo que incluso incluye al
sistema de ESSALUD. Entonces, cabe la
pregunta, ¿Cómo se está respondiendo a estas contrariedades que se están
volviendo críticas en una situación de nueva epidemia global?
Estas problemáticas y afectaciones se pueden presentar
en una sola persona, lo que hace menos llevadero el aislamiento y nos coloca,
nuevamente, en una ¿nueva? situación de vulnerabilidad social y de salud
pública. En este sentido, no nos vamos a centrar en las problemáticas que ya
conocemos y que muchas vivimos, sin necesidad de inventárnoslas para parecer
más excluidas, más racializadas, más precarizadas; ¿frente a quién? Pues al mercado,
a nuestros pares, a la academia, etc. Queremos centrarnos sino en la respuesta
que como ciudadanas, activistas y organizaciones maricas estamos teniendo
frente a esta situación.
Nos gustaría saber cómo esta emergencia
nacional va a cambiar (debería) el objetivo de nuestras demandas como sujetas
maricas tanto hacia el Estado como a la interna con las organizaciones que al
parecer abogan por nosotras. En el futuro no creo que podamos demandar por y/o
gestionar organizaciones que se nombran LGBT y hacen trabajo comunitario de VIH
-pagados por organizaciones internacionales- y que no permitan la posibilidad
de abrir los centros que regentan como albergues temporales frente a
situaciones de crisis de la misma población por la que se aboga. No debería ser
posible ni permitido que nos vean, solamente, como sujetos positivos sin otras
demandas como acceso a alimentación, trabajo, seguridad, integridad. Eso es
negar las demás vivencias que, nuevamente, nos colocan en situaciones de
vulnerabilidad. También coloca la pregunta de ¿Para qué al fin y al cabo sirven
las poblaciones de maricas, travestis y otros cabros? Pues vemos que diversas
ONG’s y centros de investigación se pelean por meterlas en sus cohortes para
sus investigaciones clínicas y sociales, para demostrar sus premisas y teorías,
para contrastar sus metalenguajes abstractos y teóricos. ¿Dónde están estos actores cuando se requiere
apoyar frente a esta situación que pone en mayor vulnerabilidad a sus objetos
de estudio? Pues esperemos que hayan colaborado, pues es usual que sean dulces
para obtener información, pero agrios para la solidaridad comunitaria y social.
Las demandas y propuestas de políticas públicas
para la población LGBT a partir de ahora deberán pasar por la pregunta ¿Cómo
funciona, se mantiene y responde esta política pública en una situación de
crisis? Y regresando a algo más concreto, ¿podemos utilizar la ordenanza de no
discriminación de la Municipalidad de Lima? ¿Cómo es posible que se identifique
a las poblaciones de travestis como las más vulnerables, en situación de calle
y violencia, y no tenga una respuesta frente a estos casos? Nuevamente regreso
a los albergues o refugios estatales que sean seguros para esta población. No
todo debe quedar en cerrar discotecas. ¿O sí?
Asimismo, tocará trabajar con los Ministerios de
Salud, Justicia, Trabajo y otras instancias nacionales para ver cómo se asegura
nuestra integridad y acceso a derechos básicos que deben ser garantizados por
el Estado en estos casos. ¿Cuántas personas de las poblaciones de travestis
accederán al bono brindado por el Estado? De igual forma, la recomendación se
extiende a la sociedad civil, a las instituciones que de cierta forma hacen uso
y se apropian de las existencias, memorias, experiencias individuales y
colectivas de maricas y travestis; y claro, a las organizaciones comunitarias,
las cuales muchas veces postergan o empeñan las propias agendas políticas.
Creo que hay muchas preguntas aún sin
respuestas, pero nos queda tiempo en casa como para seguir pensando y formular
nuevas estrategias de activismo para el futuro y prevenir situaciones como las
que estamos viviendo ahora.
Esta situación, como todas las que pasamos
muchas mariconas sin privilegios, nos hará más resilientes y es allí el momento
de vernos, escucharnos, y desde el cariño y solidaridad, acompañada de la risa,
formular soportes para nosotras y otras poblaciones más excluidas.
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