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Día de la visibilidad trans

marzo 31, 2020TwoPrincess


- Andrea del Chimpun Callao- 

Quería aprovechar el día para hacer un recorrido por mi memoria y dedicarle este escrito a las trans que pasaron por mi vida. Conocí la palabra travesti mucho antes de conocer los términos trans y las diferencias que hay entre estas, esto fue mucho antes de entrar en el activismo, antes de los 18 años, antes del 2010.
Recuerdo las tardes en mi barrio del Callao donde el pasatiempo del día era ir a la casa de mi madre la Frank, regia jugadora de vóley, para encontrarnos con las demás cabras y visitar algún barrio vecino donde se llevaría a cabo el encuentro de ese día. Yo no jugaba vóley, me daba miedo el acercarme a esa pelota que se movía con tanta rapidez y fuerza desde la mano de una loca, hacia a la cara o a las tetas de la otra y de pronto alguna frase venenosa para acompañar el tiro. Yo solo miraba como las demás jugaban y eso me permitió ser la barrista e ir a barrios como Constanzo, Puerto Nuevo, Corongo, La Chalaca, entre otros.

Mientras la tracas se lucían con sus saltos, mates e insultos, mientras se lograban los puntos que terminarían en qué equipo ganara la apuesta yo podía observarlas y conocerlas. Así conocí a La Cholo, así le decían y me imagino que aún lo hacen, ella era la encargada de ir hasta el Obelisco del Callao para esperarnos y entrar con ella a Puerto Nuevo, somos cabras pero no cojudas para entras sola a un barrio “picante”, como le denominan muchos reportajes de televisión. La Cholo hacía las veces de nuestra guardaespaldas para entrar y salir.
Había otra que era flaca y alta, con el cabello negro, lacio y siempre amarrado en cola de caballo. Llevaba un curita en el tabique de la nariz, nunca entendí por qué pero recuerdo que era la verdadera reina del veneno, jodiendo a las otras con meterles un pelotazo y reventarles las prótesis o la nariz recién operada después de tanto esfuerzo. O jodiendo a otras diciéndole que le iba permitir que gane para que complete los cincuenta céntimos que le faltaban para la operación. La verdadera burla, crear ficción y reírse de ella para darle la vuelta a la realidad. Ella vendía coca para mantenerse y quizá también a su familia.
Las tardes en Puerto Nuevo y en otras zonas significaban el relajo para las vecinas e hijos, quienes terminaban el día y llegaban con su bancas para ver a las cabras jugar y reírse con ellas y de ellas. No puedo ni quiero determinar qué había detrás de esas risas o esa complicidad que se generaba.

También recuerdo a La Nayeli, que había llegado de Argentina, rubia y con las verdaderas tetas, orgullosa de ellas que las mostraba en cada borrachera que podía para que todos la toquen. Era bastante peculiar porque hablaba demasiado rápido y costaba trabajo acostumbrarse para entenderla, además después de cada chiste donde iba tocaba chocar las palmas la maricona hacía un movimiento que la hacía única. Obviamente, como es de costumbre, la maricona nos pechó durante su visita en Lima, porque la Frank era su madre, nos llevaba a comer huesito en las noches y ponía las verdaderas chelas en el Sagitario.
Recuerdo a otras amigas que empezaron su transición mucho tiempo después, La Giacuti y La Tarada. La primera era mi vecina en Santa Marina Sur, fue mi ex y luego se convirtió en mi íntima. Se fue a Chile, después a Argentina y ahora está en París. Una ruta conocida para muchas travestis. Ya tiene tetas y su perrito pequeño que entra en la cartera. La Tarada, se había ganado el apodo con mucho esfuerzo, y recuerdo que una noche nos metimos a la casa en la que ya vivía con su marido para que mis demás amigas puedan producirse e ir un lunes a El Retablo de Comas. Creo que una amiga vino de viaje y teníamos que salir a posar. Lunes de ambiente, le decían. La Tarada ahora también está en algún país de Las Europas.

Recuerdo que en Constanzo vivía una traca madre, de las viejas de la zona, ella era bruja y cumplía 50 años. Se venía el quinceañero de la loca, porque obviamente llegar a los 50 siendo traca es digno de celebrar y tirar la casa por la ventana. Todo un acontecimiento era porque toda la semana nos preparamos para esa fiesta y en cada partido de vóley confirmábamos con las otras si iban a ir. Nadie se lo podía perder. Estaban los verdaderos hombres pirañas del barrio y la loca, toda una anfitriona, pasaba por cada grupo con una canastita llena de cigarros para que se sirvan. La cerveza nunca faltó. Ni una queja de la fiesta, probablemente algún hombre borracho que se peleó con otro por defender a su mujer. Nada fuera de lo común.
También recuerdo una pollada en Puerto Nuevo, ya ni el nombre de la loca que organizó me acuerdo, además tampoco importaba. Llegué con la Giacuti y unas cabras más, la cerveza y los hombres pasaban de mano en mano. Los hombres nos servían y coqueteaban, ahí ya cada una hacía su chamba. Salimos de día en un taxi conocido que la loca de la pollada nos consiguió.
Pero no todo es fiesta y diversión, también me tocó acompañar a estas travestis a algún velorio donde se hacía una chancha común para comprar el café y las galletas de soda para darle a la familia de la finada. Las locas afuera tomando un pisquito para calentar y revivir las anécdotas de la loca vichosa que había muerto en otro país pero que gracias a los ahorros pudieron traerla para velarla. Este velorio fue cerca al mercado de la Fleischman, recuerdo la banca de madera y a las locas, nuevamente, convirtiendo la realidad en ficción. Un don único.

Hoy quiero recordar a esas travestis y cabras que me empujaron inconscientemente hasta aquí, sin conocer los términos trans, ni los derechos, ni la teoría queer, ni nada de lo que ahora sé. Gracias a esas locas por mostrarme lo que es la solidaridad marica y la resilencia, lo que es el veneno y la ficción para hacer las vidas más habitables. Gracias a sus recuerdos que me siguen empujando a mantenerme en pie y seguir luchando, porque no quiero nunca más que ninguna de mis amigas se muera por no tener una vida de digna, empujada al trabajo sexual o cumpliendo solamente la función de la peluquera. Gracias a las travestis que pusieron y siguen poniendo el cuerpo sin siquiera saber que hoy se celebra el día de la visibilidad trans.

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