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Desarrollo y migración. ¿Una oportunidad o extensión de la vulnerabilidad?

enero 18, 2019TwoPrincess

Las verdaderas chicas Bell en los 90's. De izquierda a derecha: CecyBell, WataBell, CrisBell. Sólo CecyBell está aún con nosotros. Ella vivió en Europa 15 años. La fotografía es de su maravilloso álbum de vivencias, al cual me dejó acceder.
Autora: Romina de las Mercedes

Entre finales del año 2018 y comienzos del 2019 tuve una intensa y acogedora experiencia con amigas y colegas travestis diversas en el norte del país. Ello como parte de una investigación personal que me encuentro realizando, centrado en la recuperación de historias de personas diversas en nuestra extensa y compleja sociedad. Tenía que cerrar una entrevista en Chiclayo y además arrancar una entrevista en Piura. En el camino, y grata sorpresa, apareció una entrevista más en Tumbes, la cual fue una experiencia maravillosa, pues en realidad la entrevista resultó de un reecuentro con una persona que había conocido en el 2010 quizás y visto nuevamente en el 2012. Fue sin duda experiencias que disfruté con cada persona que tuve la increíble oportunidad de conocer más en detalle.


No daré ningún alcance de los resultados que estoy obteniendo, esta nota sólo se centrará en dar algunos alcances basada en observación y en premisas que lanzo a discusión y reflexión. Para empezar, sólo recordaré la alta situación de vulnerabilidad en que se encuentran las mujeres travestis en el país, aquí incluyo a toda la diversidad, personas femeninas, las que viven las 24 horas en el género que sienten corresponder, sin importar el hecho circunstancial de estar operadas o no, y aquí me refiero a todo tipo de cirugía o transformación corporal. Menciono esto ultimo, pues en mi opinión personal, toda persona tiene el derecho al auto-reconocimiento, y éste no debe ni puede estar condicionado a un checklist que confirme su categoría de “travesti”, “transgénero”, o “transexual”. Es decir, reconozco la identidad femenina de “Juana”, así no tenga tetas producto de las hormonas o del silicón implantado. Así ella no esté operada, así incluso sus familiares más cercanos le llamen Juan. Me basta con que ella se nombre como “Juana” y que su auto-defina y prefiera que la trate en femenino. No hacerlo, es un acto de negación, invisibilidad y de violencia hacia esa persona. De igual forma exigirle las tetas, persuadirle que exija a su familia la nombre en femenino, entre otras cosas, es también un acto de violencia, de imposición para la exclusión y una colonización identitaria y corpórea.

Mencionado esto, retomo el punto de la vulnerabilidad. Debo decir que las personas con orientación no heterosexual masculina y con mayor feminidad están destinadas a la exclusión y la marginación y, por ende, a menores probabilidades de acceso a oportunidades para el desarrollo. Por ello, las personas travestis en su diversidad están destinadas a tener mínimo acceso a educación, salud y trabajo. Muchas de ellas, han experimentado la marginación en sus entornos más íntimos, rechazadas por sus familias, por lo que tuvieron que dejar el hogar y la escuela. Ello, no por un motivo de capricho, sino por un asunto de supervivencia, por escapar del bullying, de la violación correctiva e incluso de que sus propios padres las asesine. Ello es la realidad y diversos estudios con personas trans o travestis han reflejado esta situación, que es casi ya un guión repetido. Se ven forzadas a dejar la casa, la escuela, no teniendo otra opción que la calle, es decir, dedicarse al trabajo sexual. No todas optan por ello, pero podríamos decir que la gran mayoría ven en el trabajo sexual la única opción para ganarse la vida. Aparte, debemos entender que la identidad se forma entre pares, y tanto maricas, machonas, como travestis, buscarán a sus pares inmediatos. A mí tocó buscarlos, encontrarlos y descubrirme. En el caso de las pequeñas travestis, éstas buscarán a sus pares en las canchas de vóley, en los salones de belleza, entre otros. Algunas pares estarán inmersas en el trabajo sexual o dedicándose a otros oficios menores como la cocina, la belleza, la limpieza, la decoración, y quizás otros más. Esto demostrará que habrá muchas opciones para muchas de ellas, teniendo en cuenta que algunas serán aún menores de edad, otras sin estudios secundarios concluidos y más bien con muchas ilusiones de ser alguien.

Pero, qué o quién es ese “alguien” al que aspiran ser. Como digo, los circuitos sociales que comienzan a frecuentar empiezan también a volverse divertidos con las visitas a bares y discotecas. Aquí es donde entra a marcar ruta otro guión bastante conocido, el de las “europeas”, principalmente las que vienen de París, Milán Estas son también pares, pero que se les reconoce el éxito, el triunfo, pues todas -o al menos la gran mayoría- llegan con dinero, maridos, éxito, propiedades, triunfantes, en cuerpos, bonitas. Me atrevería a decir que, en el imaginario social, si el trabajo sexual en el mundo de las travestis sería comparable con el mundo de las finanzas, las “europeas” serían funcionarias con regios MBA trabajando en Wall Street. Sin embargo, ¿qué tan cierto podría ser dicha comparación? En realidad, ¿el trabajo sexual en Europa es la panacea?

Muy poco se ha investigado acerca de la migración de personas travestis, dentro de la región, como el caso de la Argentina, o en Europa. Un estudio de travestis y trabajo sexual resulta complicado; para empezar, el registro civil no reconoce la identidad de género, por tanto, jamás se podrá saber cuantas compañeras exactamente se encuentran viviendo en el extranjero, ni incluso cuanto porcentaje aportan en el PBI en relación a las remesas que llegan al país. Ahora, que exista ello también resuelve una parte, pues seguro no todas se inscribirían en el consulado, teniendo en cuenta la situación de informalidad en la que la mayoría llegaría o incluso viven hasta la actualidad, pero al menos podría dar un dato importante de saber cuántas son. En Milán, el consulado se entera de las vivencias de las travestis principalmente a través de su sección de ayuda humanitaria, principalmente de compañeras agonizantes o complicaciones de salud, sí, normalmente relacionado a complicaciones del sida.
Segundo, el trabajo sexual ni en Perú ni en Italia o Francia (para citar algunos ejemplos) está reconocido legalmente. Por tanto, acceder a información se vuelve más complicada aún. Dicho estatus lo coloca en el limbo de la informalidad, incluso peor aún, lo coloca en una situación de persecución o erradicación, lo que complica más aún la situación de vulnerabilidad de quienes optan por ingresar en este mercado.

Muchas travestis aquí en Perú, las que transitan por el primer guión y empiezan a aprender el segundo, aspiran a llegar a Europa, a ese nicho informal e inseguro, pero que brinda una de las pocas oportunidades de desarrollo, de realización, de obtención de dinero, teniendo en cuenta además que compañeras que han estado allá reconocen que el mercado ha bajado mucho en comparación con los 80’s y los 90’s.
Las que desean ir, deben contar con una red de apoyo allá, la que prestará el dinero para el boleto y demás gastos, la red que recibirá a estas nuevas, pero que empezará a cobrar dichos gastos – lo más probable con intereses-, la red que además brindará un espacio en la calle, protegido seguro por cafichos rumanos pero que también seguro tendrá un costo. Dicha red cuesta, y eso algo que no sabe exactamente cuánto y cómo opera exactamente. Esa red además siempre busca renovarse, busca a las más avezadas, cuál convocatoria para las fuerzas armadas pues ello asegura poder, fuerza para imponerse frente a las ecuatorianas, las colombianas, las brasileras, y claro, otras peruanas.
Ir a Europa constituye una oportunidad, pero que sortea y resuelve la inmediatez, más no en un mediano o largo plazo. Las que han regresado recomiendan a las novatas a ahorrar, a saber administrar su dinero, las que no pueden regresar no les queda que seguir dedicándose hasta cuando puedan al trabajo sexual, algunas veces alternado más con el chicheo (robo), pues por la edad ya les será difícil conseguir clientes. Algunas no regresarán pues descubrieron o contrajeron allá el VIH. Lo bueno es que algunas estarán en tratamiento, de mejor generación. Otras no regresarán pues por su situación de informalidad documentaria, no pueden salir y regresar. Otras extrañarán regresar, otras jamás querrán regresar, y es aquí donde ya los guiones se diversifican, aunque pudiera agruparse en las que se fueron, las que siguen allá, las que regresaron y las que desean ir, y claro, las que nunca regresarán.

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